1 oct 2012

sus cuervos, sus perros, sus pedazos





Ahora que reconozco esa mirada,
agitas el brazo para pedir un taxi
mientras la avenida se llena
de rostros y no sabes para qué ir con ella...

Ahora que suena en la radio
cómo entran a palacios municipales
y los soldados salen de dos en dos
de las camionetas y no saben
para qué ir con ella,
es de noche en el claro donde nadie recuerda a Federico.

Ahora que los párrocos no terminan de decirte
que la partida de cartas llega al fin del mundo,
en el momento en que sales de casa 
y  las niñas se burlan de ti clandestino
que te deshaces en la frontera de esta patria.

Ahora que silban los niños
y en el hogar de la abuela
te asomas por la ventana para cerciorar
si la isla sigue ahí,
y descubras para qué ir con ella
si es la hermana, la madre que nunca conocimos.