Como ya es costumbre, todos los domingos voy a un tianguis de pulgas a pasar el rato. Intercambié unos muñecos por un bolso viejo y de mal gusto. Compré un par de libretas y unos acetatos que colocaré en la pared de mi habitación. Uno es de The Cure y dos de Parchis.
Hay un señor que vende películas (y dice que es mi novio), siempre que le pregunto por algún título, me dice que lo conseguirá para el próximo domingo. Ya a estas alturas, después de tres meses de relación hostil, nomás me río y le digo que está bien. Este domingo me dio la gana comprar dos películas,
Mister Lonely y
The Wrestler. Llegué a casa y me preparé de comer (atún con jitomate y aceitunas negras y crema de elote), me senté a leer mientras comía, ese Pedro Juan Gutiérrez me trae loca, pero ya comentaré más al respecto en otra entrada. Terminé de comer y encendí la televisión. Otra vez maratón de Dr. House, después del final de temporada me tiene molesta, ya no lo quiero, espero no pase lo mismo que con ER, me perdieron cuando un helicóptero cayó encima del doctor malvado, digo, tanta producción para sacar a un personaje es vulgar.
Primero vi
Mister Lonely. Comentarios próximamente.
Luego salí de casa y fui a jugar dos partidas de canicas a la feria de la colonia (debido a la fiesta patronal de todos los años), gané un estuche de Rosita Fresita y un dominó. Compré una bolsa de huevos rellenos de harina y fui a casa de mis padres. Salimos a cenar. Durante la velada discutimos lo aburrida que está la última peli de
Harry Potter.
Regresé a casa a las once de la noche, limpié la cocina, me fumé un porro y dije "ora es cuando", puse
The Wrestler. Ya es bien sabido que Aronofsky es un chilletas elevado a la n potencia. No lo dudé en ningún momento. Y por eso
The Wrestler no me descontroló. Digo, a ratos la peli es hilarante y mucho. Siempre he apreciado los retratos que se hacen de hombres solitarios y mediocres, de perdedores, de padres de familia que sufren por haber abandonado a sus hijos. Siempre apelo más por esos personajes decadentes, que en algún momento tuvieron éxito, pero que quince, veintes años después viven en un sucio remolque, en un pueblucho gringo. Sería muy injusta si no lo hiciera.
Ah, pero quizá para estas alturas deba contar la anécdota de la película: el largometraje trata de un luchador profesional (Randy) de Wrestling de la década de los años ochenta, que 20 años después está arruinado, vive en un remolque que prácticamente no puede pagar, pelea los fines de semana con luchadores semiprofesionales, tiene un
affair con una teibolera y está solo (¿Debía decir esto?).
La película me conmovió más por ver al buen Mickey Rourke con cara de Walter Mercado, que por los putazos que le dan al vejete Randy. Supongo que mi percepción es errónea debido a que no soy hombre, porque es clarísimo que no puedo entender lo que es perder a la gente que amas, llegar a casa solo y sin dinero, tener un trabajo mediocre y un cuerpo que sirve más de trapeador. Es muy obvio que la lectura que hice de la película es equivocada, porque se trata de envejecer, pero envejecer como hombre. Se trata de no hacer las cosas bien, de decidir una vez tras otra actuar de manera idiota. Sí, sólo Randy (el luchador) y uno que otro tipo, pueden entender lo que es una casa vacía y en silencio.
Pero no me dispersaré. A lo que voy es que la película funciona muy bien o muy mal dependiendo del estado de ánimo que uno traiga en ese momento. Si andas pateadísimo, la canción de los créditos te hará llorar como bebé, si andas medio contento, pues dirás "pobre, wey", y sí andas risa de contento la película terminará por parecerse más a un capítulo de "Lo que callamos las mujeres", claro, con su correspondencia masculina.
La fotografía es hermosa (y siempre que digo esto de una película me pongo de mal humor), el soundtrack es divertido y Marisa Tomei está bien linda.
No se compare esta película, por favor, con Cinderella Man (lacrimosa por antonomasia) o Rocky en todas sus secuelas (no importa el ánimo que tenga, siempre me hace llorar.)
The Wrestler es una semi oda ( y ya sé que su virtud radica en intentar no serlo) de la vejez del pene. Nota, no dije impotencia. Y ver eso es un placer oscuro que agradezco de todo corazón. Además, aunque algunos lo duden, siempre es un deleite escuchar
Sweet child o' mine.
Siempre será un gusto ver un hombre saltar de la tercera cuerda. Más a uno viejo.