SE SOLICITA ORGANIZADOR DE XV AÑOS, BAUTIZOS Y BODAS
Toco el timbre y me abre un hombre de 28 años que grita mi nombre; cuatro años de no vernos. Avanzo en la fiesta y reconozco la mayoría de los rostros que me saludan con una sonrisa.
Llego con la mujer que viste un pantalón morado, la abrazo, le doy su regalo y le digo "feliz cumpleaños". Ella me agradece con un vaso lleno de whisky.
Consigo un cigarro y me integro en una conversación con viejos amigos. Me siento cómoda de conocerlos a todos y de que nadie sepa nada de mi vida los últimos cinco años. Nos abrazamos y salimos a fumar al pasillo.
Escucho mi viejo apodo a lo lejos y de pronto unos brazos se prenden de mi cuello. "Cómo estás, Topo. ¿Qué es de ti?" Saludo a esa pequeña mujer con un gusto que casi no puedo contener y brindamos (ella con una cerveza, yo con otro vaso de whisky.) Todos preguntan por mi vida. Uno de mis amigos me dice que si ya tengo hijos y marido a los cuales responder. Me río y le digo que afortunadamente senté cabeza a tiempo y no me casé. Han pasado dos horas y no me he aburrido en ningún momento.
Entiendo que el tiempo calma las cosas y es ahí donde puedes componerlo todo.
Una mujer muy ebria pasa y me regala una botella de vodka. De pronto tengo un vaso con cerveza, uno con vodka y otro con whisky. Bebo los tres de un solo trago y bailo una canción de Mano Negra.
Anelí se acerca y me dice algo al oído que no logro entender, pero me mira fijamente y yo le sonrío. La quiero asecas.
Azul platica del año en el que trabajó como payaso en fiestas infantiles. De su cartera saca una fotografía donde aparece disfrazado de payaso, rodeado de cinco niños. Me río enloquecidamente.
Alguien me toma de la cintura y besa mi cuello. "Sí, nadie más que tú podría aparecer así", le digo. Azul y él se dan un abrazo larguísimo. Los tres brindamos. Son las dos y media de la madrugada. Ricardo y yo estamos borrachos y bailamos cumbias; él es la mejor pareja de baile que he tenido.
De pronto, como en los viejos tiempos, estamos Azul, Anelí, Ricardo y yo recargados en una pared compartiendo un cigarro.
Había olvidado lo bien que una se la puede pasar con los amigos. Antes de despedirme de Anelí le digo que sin duda es el top de las fiestas y la única persona que aún me hace salir de una casa a las siete de la mañana completamente borracha.
El cielo se ve raro y Ricardo menciona que es buen momento para ir a desayunar.